Actuar, para vivir.

"Hallar en el teatro un vehículo, un medio de autoestudio, de autoexploración, una posibilidad de salvación"

Amo el Teatro. Nos conocimos hace más de cinco años años y desde entonces convivo con él. Me ha dado los mejores momentos de mi vida y me ha construido como persona. En nuestro primer encuentro, me mostró la magia que se produce entre quien hace el Teatro y quien lo observa, ese vínculo mágico que se establece entre actor y público, que abre un camino de comunicación, de transmisión de ideas y emociones y que se produce en el «aquí y ahora», en el instante mágico en que emisor y receptor conectan sus corazones. Aquello me conmovió. Pero solo fue el comienzo. El Teatro me ha permitido conocerme y conocer mejor al ser humano, me ha enseñado a vivir mirándome al espejo cara a cara. Me ha ayudado a pensar, a valorar la vida, a entender comportamientos y sociedades que me son ajenos, me ha enseñado que la risa es un bisturí capaz de abrir en canal las miserias humanas; que el dolor, la inseguridad, la violencia, el grito en el vacío nos son comunes a todos los seres humanos. Que el trabajo en equipo es el único camino para conseguir mover el mundo. Que en esta vida recibes tanto como das. Que no hay mayor acto de valentía que mirarse a uno mismo con sinceridad y compartirlo con los otros. Que un escenario es un espacio de reflexión y de emoción. Me ha enseñado que hay tantos mundos como seres humanos. Me ha ayudado a abrir los límites de mi estrecho campo de visión. Me ha dado tantas cosas que no puedo evitar amarlo. Pero el Teatro no puede ser un amante pasajero. No lo permite. Es demasiado exigente, porque también es mucho lo que ofrece. Por eso decidí entregarle lo mejor de mí: mi compromiso, mis experiencias, mi cuerpo y mi alma, porque no existe otra manera de corresponder a su generosidad.

Actriz.